Sigo leyendo porque siempre
me reconcilio. Es como un matrimonio que se quiere y al final siguen
juntos, no importan demasiado las peleas. Pero ¿Cuántos libros malos hay que
leer para sacar una pepita de hora? Por lo menos hay que sacar 10.000 kilos de
material.
American visa de Marcelo Rioseco
Rioseco me hizo acordar a Casciari con sus historias por España. Es
verdad que Casciari es un humorista y Rioseco un jugon, pero ambos hablan del
exilio, de la mirada desde afuera. Del descubrimiento y la crítica. Del asombro
continuo y de la belleza que queda.
El viaje de American Visa es un viaje literal. Es un
viaje de Chile a Estados Unidos, al centro del mundo. Es un viaje al imperio
desde el país con más desigualdades de América. No es un libro de humor pero te
ríes. NO es un libro de viajes pero conoces, no es un libro iniciático pero
algo empieza.
La muerte del padre de Karl Ove Knausgard
A mi próximo hijo lo bautizo
como Karl Ove, lo mismo que yo me llamo Erling de segundo nombre. Cada vez que leo un libro como este, La muerte del padre, siento una profunda envidia
por el don que les fue regalado a estos condenados escritores.
La muerte del padre es un
libro directo y poético. Un libro que cuenta la historia de un niño y adolecente
que va viendo como se vienen abajo todos sus referentes: padres, abuelos,
amigos, novias… todos. No queda nadie en pie, hasta que se enfrenta a la muerte
del padre y el mismo cae.
Es un libro de tal honradez
y belleza que parece mentira que se pueda escribir así, en épocas de ficción
basura. Es un libro profundo, muy profundo y bello. A pesar del tema, el libro no es triste. Es un
libro en el que te empiezas a balancear en su poesía y no puedes dejar de
leerlo.